Powered By Blogger

domingo, 17 de julio de 2016

Ki-chi montaña



Montaña sobre montaña = nube

Había una vez una montaña que tenía el corazón muy gordo. De él le salía agua a borbotones y viento.

La montaña era preciosa y benévola. Sus árboles, flores, animales y bichos salvajes disfrutaban de su naturaleza y el equilibrio que regalaba.

Ni a simple vista pasaba desapercibida. Era una montaña perfecta. Sus árboles eran frondosos y fuertes, altos y profundos conectándola con el fondo de la tierra. Las libélulas y mariposas libaban en ella al por mayor contándose por miles o por manadas.
Ki- chi que se llamaba la montaña albergaba muchos animales salvajes además de un gran secreto que la convertía en una colmena de piedra y tierra.

"Ahí que adelantas con tener! Los ojos como una mora? Si cuando sales a la calle, que de cualquiera te enamoras! Y mira si eres presumida; que el traje de los domingos te lo pones to los días"

A la montaña le encantaba que le cantarán. Cada vez que escuchaba una canción nueva se la quedaba para hacerla suya y así tener un repertorio...

Ella regalaba sus bondades a cualquiera, solo con que la mirase. Le encantaba contonear las hojas de los árboles y sus ramas más finas como si de una niña pequeña se tratara. Siempre tenía un suspiro de aire fresco, un sorbo de agua recién nacida para todos y cada uno.
 Si, era una montaña mágica, si. Pero su magia era más potente que la magia de las otras montañas... Al menos de su alrededor.
Como todas las montañas era vivaracha. Sentía especial predilección por cualquier forma de vida, como todas también. Pero Ki tenía un secreto muy gordo que a pesar de ser un secreto a veces no podía disimular...
A Ki-chi le gustaban las cosas normales de montaña; que le corrieran por encima muchos animales, que la escalaran humanos, que la mimaran los bichos ... Pero también tenía algunos gustos extraños para tratarse de una montaña. Y es que a Ki-chi lo que le gustaba mas del mundo era el amor. Pero no un amor cualquiera sino el que le perteneciera. Su secreto era ese; que tenía un corazón muy gordo y sabía usarlo.
Solo le llegaban de verdad las cosas animales y bichos que le tocaban el corazón... Y cualquiera no le hacía sonar una canción al tocárselo...

Casi todos los caminos llevaban a su corazón pero eran muy enrebesados a veces casi laberintos de zarzas.

Ella observaba la vida todo el rato desde los prismáticos de su corazón verdoso. Disfrutaba mucho de su vida, plena, y la daba con gusto a quien la amaba.

Entre todos los seres que la habitaban o la recorrían esporádicamente tenía un ser favorito. Era una niña que un buen día; de esos preciosos y armoniosos de primavera se sentó frente a ella y tras saludarla; "buenos días bonica! Como estas?"
Y aunque no esperó contestación allí frente a ella se sentó ese día y un montonazo más... Con sus ojos cerrados de niña y con la única ambición de respirarla una y otra vez hasta que se le metiera dentro. Así fue como sin querer y sin darse cuenta la montaña se metió dentro de la niña prestándole sus mejores dones, silbándole canciones de ramas y árboles primero, luego haciéndola danzar con su felicidad y sus pájaros y libélulas... Prestándole sus mariposas más coloridas y mágicas... Presentándole a todos sus duendes y sus hadas, aunque le fuera la vida en ella... Hasta que la montaña mágica se dejó llevar del to y le contó sus más recónditos secretos. "Todas las montañas tenemos corazón"

Así se soldaron las dos. Pues la niña también se metió dentro de Ki-chi... Tan dentro que conocía los recovecos de su corazón a la perfección no sólo llegar allí como a su hogar... Se quedaron a vivir juntas. Acurrucadas la una en la otra y se amaban tanto que acabaron compartiendo todo. Tan conectadas que las movía la misma energía de viento y agua...

No hay comentarios: