Hubo un tiempo en que el dragón era el mejor amigo de los niños...
El elefante era bizco del ojo del corazón y veía el amor torcido.
El niño y la niña de diamante sólo podían rayarse juntos para hacer polvos brillantes.
El niño era tan mágico que convirtió a la niña en conejo al mirarle las braguitas.
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