Powered By Blogger

martes, 26 de marzo de 2013

Gigante de montaña

Con sólo 8 años Odri se vistió de valiente y se encamino vereda a vereda hacia la montaña que creía que tenía cara. Tardó casi todas las horas de la tarde en llegar hasta su cima. Una vez allí arriba entendió que por lo alto de la cabeza, donde se encontraba, era un poco difícil que la montaña le hablara... Entonces fue a la parte más baja de lo que parecía una cabeza y allí encontró la silueta de los labios, la nariz y las cuencas de ojos de montaña que siempre veía desde lejos. 

El atardecer estaba acabando y la noche se apoderaba con pasos grandes de todo a su alrededor.

-HOLA le dijo la montaña

Odri respondió con un UOOOOOOOO después de un grito y caerse de espaldas sobre la hierba metros atrás de la cara de montaña.


-Perdona no quería asustarte, te he visto y creía que me mirabas directamente a mi a la cara.

Sorry, perdona le dijo la niña, no es susto, es que me he impresionado un poco. Si te miraba a ti... te había visto desde lejos, que haces ahí escondida?

- Es un poco difícil de explicar..

Porfa porfa quiero que me lo cuentes! suplicó la pequeña...


"Hace miles de millones de primaveras las montañas éramos los únicos gigantes que habitaban la tierra. Eramos pocos y nuestro gran tamaño nos ayudaba a ser torpes pero también bondadosos. Un buen día unos pequeños seres comenzaron a llegar a los bosques y a los ríos y plantaban sus casas sobre la hierba que era nuestro lecho de sueños... Nos asustaron mucho. Como los elefantes se asustan de los ratones los gigantes nos asustamos de aquellos seres insignificantes.

Lo único que se nos ocurrió hacer fue pedir ayuda a los duendes y a las hadas de los bosques. Ellos nos ayudaron a superar nuestros miedos así. Lanzaron un conjuro sobre nosotros de tiempo de ivernación para poder observar a los seres diminutos y aprender a no temerles. 

Pero ahora que ha pasado muchísimo tiempo el conjuro parece irrevocable. Cuantas más lunas pasan los gigantes nos volvemos más temerosos de los seres diminutos y malévolos. Lo que antes sólo sospechábamos ahora lo sabemos. Los seres diminutos no pueden conocer a los gigantes. Nos esclavizarían o nos torturarían y matarían como a monstruos.


No hay comentarios: