Erase una vez un tiburón raruno. Daba un miedo diferente a los demás.
Era un tiburón cariñoso. Le gustaba dar besos y abrazos... Le gustaba frotarse la aleta de asustar contra las algas y hacerse cosquillas en la barriga contra los corales y demás habitantes de las rocas.
El resto de tiburones de su manada lo veían tan soñador que les daba pesadillas y los demás animales del fondo marino le tenían miedo por tiburón y por diferente.
El tiburón era bonico, como tiburón no tenía ningún defecto físico ni mental, quizás soñaba mucho rato al día, decía y hacía tonterías como imitar animales terrestres y cosas que estaban mal vistas por desconocidas pero que le hacían feliz y con las que no hacía daño a nadie.
Ahh se me olvidaba un detalle, que alguien podría considerar importante, era vegetariano.
Claro está vegetariano de peces, no se llevaba a la boca ningún pez por grande que pareciese y por raro que hasta a él mismo le pareciese no le faltaban fuerzas ni sentía hambre. (comiendo sólo algas y algos moribundos)
Al tiburón nunca le había importado ser el raro del fondo del mar, ni dar miedo a los demás, ni no tener hambre de nada hasta que se cruzó con el brillo de una sirena.
Un hambre voraz de besar se le instaló en el estómago, empezó a salivar y los ojos se le pusieron de espiral.
Se le nublaron todos sus sentidos animales y marinos y sólo pudo seguir a la sirena hasta su residencia barco pirata.
Allí podeís imaginar la situación...
La sirena asustada huyó mucho rato escondiéndose donde podía y allí iba el tiburón a enseñarle sus fauces con ganas de lamer y sus ojos hechos bolilla de pasión.
Cuando el tiburón alcanzó un brazo de la sirena lo lamió y le tiró un bocado dulce que tranquilizó a la sirena. Más confiada, la sirena empezó a escuchar lo que le contaba el tiburón...
La sirena se reía... el tiburón parecía haberse tragado un oso amoroso y le contaba que eran almas gemelas... que sólo quería besarla, abrazarla y llevarla a surcar los 8 mares...
No hay comentarios:
Publicar un comentario