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domingo, 6 de mayo de 2012

Village feel

La leyenda de cualquier reino es saber mantener el secreto del sentimiento de ser aldea...


El sentimiento de donde procedemos se suelda como el aire que respiramos a nuestras fibras y tejidos... Los desechos y un poquito del sentimiento que destila la esencia de a donde pertenecemos es el aire que ofrecemos...




Lucía del Fargue:


"Del Fargue ni las mujeres ni el aire", escuché en varias ocasiones a mi abuelo. Seguro que era un consejo de pueblo hecho a base de sus experiencias pero con el uso de sus costumbres demostraba tener varios amigos de corazón de ese barrio fronterizo entre el monte sacro y la sierra de la ciudad que marcó todos sus caminos.


Lucía es una niña del Fargue. Su pelo es largo y pelirrojo, su piel cristalina y fina como una sábana de las monjas. Este es su primer año de instituto, o quizás el segundo, no lo se con certeza pero ahora asiste a clases en el Padre Suárez. Debe tener 13 o 14 como mucho, ha cambiado el uniforme de cuadritos por las marcas pero aún luce la dulce ternura de la infancia en la silueta. 


Desde pequeñita Lucía, con coletas o diademas, siempre bien peinada y acompañada por su mamá baja a la ciudad... Ahora con la llegada de su hermanito va sola. Pero no sabe lo bien acompañada que está hastta que llega a las puertas del insti. La pequeña Lucía suele coger el autobús de las 8 menos 20 de Huétor. Podría coger el F pero este le viene mejor para llegar a tiempo. Sólo por compartir autobús la he visto. La aprecio y la admiro...


Son tantos madrugones en los que he visto sus ojazos, su coletas pelirrojas y su piel recién despierta que le he cogido cariño. Cariño a su presencia tímida y callada. Aprecio por su responsabilidad inquebrantable con lluvia o nieve. Me inspira alegría el amor que desprende su presencia....


Muchas miradas se habrán fijado en ella sólo por la ternura que inspira. Es sólo una pequeña del bario de al lado; pero a fuerza de verla, por ser una desconocida de cara casi conocida se la quiere un poquillo y se le desea lo mejor.... En cualquier situación en que necesite de algo, cualquiera de su barrio, o del barrio de al lado, hará lo que esté en su mano para ayudarla... es un sentimiento humano que se adquiere disimulado casi camuflado con el paso de los días. Es sólo un sentimiento de empatía hacia aquellos que nos parecen dignos soldados del día a día... Aquellos que sin querer conocemos un poco a fuerza de observación porque el destino, el autobús o el camino quisieron dar a nuestros sentidos..


Barrendero del Albaycin:


Hace más de 10 años que no voy al instituto del Albaicín al que asistía y en el que comenzaron mis fechorías. Por las mañanas de entonces, mi padre nos dejaba a mi hermana y a mi a unos metros del centro... La primera mañana que mi hermana pasó a la facultad me bajé sola del coche y comencé el  paseillo hasta el insti.. Tras varios pasos un barrendero moreno llamó mi atención; ¡Niña que bonica eres! a lo que yo contestaría con un gracias y si pues anda o algo así.... Ambos sabíamos que no eran unas palabras verdaderas pero desde aquella mañana ya todas el barrendero me decía cualquier tontería del tipo eres la Leticia Casta de Graná y muchas otras polladas que hicieron que le cogiera un aprecio especial por la compañía que me hacía.... Al ir a otros institutos y escuelas muchas mañanas me he acordado de él y lo he echado de menos... Ahora a vuelto a su barrio (hacía años que no lo veía en la calle Pages). Donde se que vive y donde nos conocimos. Lo veo cada mañana desde el autobús en el que voy subida. Le busco la boca pero nunca mira. Me gustaría sacare la lengua, saludarle con la mano,,, no sé cualquier gesto para ver si él también se sigue acordando de su amiga mañanera de una época...


Lechuga Doc:


Ayer vi a una niña pequeña bajo su paraguas rosa. Me traspaso su carita pequeña y su sonrisa a juego, sus pequeñas palabras y sus botas diminutas... Me arrancó una felicidad de por dentro. Sólo por ser de mi pueblo. Iba acompañada de su papá, por eso supe de donde procede, a donde pertenece. Me alegré por ella y por mi en la misma medida. Por la empatía de tener algo insignificante en común.


El papá de la pequeña se apellida Lechuga y sé sólo un poco más de él que os voy a contar...
Lechuga es un hombre normal de un pequeño pueblo de sierra. Pasa la mayoría de su tiempo entre las frías paredes de urgencias de un hospital. Su apariencia seria disimula la  buena esencia de su corazón cálido y luchador.


No se nada de él. Que es moreno, creo que le gusta el fútbol y va de blanco o de verde, casi ni me acuerdo, y que es un héroe...


La última vez que estuve agonizante me salvé por él. Una silla de ruedas sujetaba mis huesos en un pasillo de urgencias de la sanidad pública. (Era virgen en ese tipo de hospitales hasta aquella ocasión, he de reconocer.) El Lechuga estaba trabajando cuando me vio allí mal tirada en la silla intentando sin éxito contener las arcadas de nada que me consumían. Quizás sólo me conoció por la compañía de mi madre, yo hasta entonces sólo lo había mirado un par de veces, no se cuantas él a mi, pero fue lo suficiente para asociarlo a mi pueblo y poco más... desde entonces para mi es un héroe.


No se como me conoció tras aquel color muerte que me dibujaba la cara, sólo pudo mirarme a las pupilas unos instantes por culpa de mis retortijones. Dijo a mi madre que iba a ver si podía atenderme y en menos de dos minutos tenía cogida la vena para revivirme....  


Tardé varias horas en abandonar aquel hospital porque había cosas que andaban regular pero gracias a aquello comencé a sentir algo que estaba ahí y en lo que no había recaído.... Conozco muchos héroes silenciosos que lo son sólo por ser de los míos....


PD:) Dedicado a toda esa buena gente de pueblo que es grande sólo por serlo...

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